¡Conviértete en fuente!



¿Te imaginas una fuente con diferentes caños y que de cada uno de ellos saliera un agua viva y fresca que llenara tu cuerpo de vida?

¿Te imaginas poder ser tú esa fuente y disfrutar calmando la sed de felicidad de cualquiera que beba de tu agua?

¿Te imaginas que cuando alguien se acerque a ti encuentre un verdadero agua que sacie la sed de sus necesidades más básicas y le colme de paz?

Yo si me lo imagino y me pongo a pensar en ello y en los diferentes caños o fuentes que serían necesarias para saciar la sed actual de paz, de tolerancia, de amor... Últimamente observo con más detenimiento a esas personas que de su «manantial interior» comparten sus conocimientos, su alegría, su bondad y me hacen querer contagiarme de todo aquello que transmiten desinteresadamente y convertirme yo también en esa fuente, fuente de agua fresca y llena de vida contagiando también a quien se acerque a mí.

Fuente de amabilidad. Sacando mi sonrisa, atendiendo con cortesía, saludando afectuosamente, abriendo mis oídos para escuchar y mis ojos para ver a quien tengo delante, sintiendo de cerca sus necesidades.

Fuente de tolerancia y paciencia. No juzgando ni criticando. Apartando las distracciones o las prisas para poner mis sentidos y mi corazón en todo aquel que necesita comprensión, tiempo y dedicación.

Fuente de generosidad. Para no dejar de escuchar, ignorar o desatender, entregando y compartiendo los bienes y los dones que he recibido, así como mi tiempo.

Fuente de humildad. Para que el orgullo, la soberbia, la vanidad o el egoísmo, no encuentren cabida en mi corazón y gane siempre la sencillez, la modestia o la moderación.

Fuente de alegría. Para que allá donde esté el que se acerque a mí se vaya siempre mejor y más feliz. Fuente de alegría para ver en el mundo toda la belleza que me rodea con optimismo y descubriendo siempre una luz en la oscuridad que pueda compartir con todo aquel que permanece en la penumbra.

Fuente de paz. Abriendo mi corazón y mostrando el perdón, el amor y la unión, apartando siempre la ofensa, el odio, el rencor o la ira que pueda ver a mi alrededor.

Fuente de esperanza. Para que donde haya desesperación o duda, pueda trasmitir y contagiar la fe, descubriendo la sabiduría y el aprendizaje que esconde cada circunstancia.

Fuente de amor. Ese amor incondicional poniendo el alma y el corazón en cada uno de mis actos, apartando el egoísmo, entregando cariño, benevolencia y bondad en todas mis relaciones, sintiendo y haciendo sentir lo que esconde mi corazón y el de quien puedo tener enfrente.

Deja que el agua de la «montaña» llegue a ti y conviértete en fuente. ¿Te apuntas?


Muchas gracias por estar aquí y compartirlo. 
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"



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