¿Ser poseídos por la Verdad o ser poseídos por la mentira?

Foto Karosieben-Pixabay

Vivir con la verdad en un mundo de mentirosos es difícil, porque la mentira se ha convertido en costumbre. Parece que hace más daño la verdad, sin darnos cuenta que la mentira es una torpe debilidad del cobarde

En este mundo la honestidad suele generar menos ganancias que la mentira, y cuando solo se busca el interés propio, la mentira es mucho más socorrida porque camina mucho más deprisa que la verdad.

Decía Mahatma Ghandi: Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar por la mentira. El problema es que casi nadie quiere ser vencido, la mayoría ansía ganar y lamentablemente parece que hay muchos que prefieren taparse los oídos ante la verdad. La verdad puede doler mucho, pero es un dolor mucho más sano y llevadero que la mentira.

Si nos paramos a pensar, la costumbre de mentir por todo y para todo está en boca de la gran mayoría, mintiendo por cualquier tontería, evitando que la verdad sea la causante de preguntas que no apetecen responder porque podría acarrear demasiadas explicaciones.

¡Después lo miro!; cuando sabes que no lo vas a mirar. ¡Te llamo más tarde!; cuando no tienes ningún interés en hacerlo. ¡Tengo que ir a ver a mi madre!; cuando la verdad es que no te apetece nada salir con esa persona. ¡Revisaré lo de tu sueldo!; cuando ni lo vas a hacer ni te importa. ¡Es el mejor producto para usted!; cuando sabes que que no es lo que necesita esa persona. ¡Déjalo en mis manos!; cuando sabes que ni lo vas a hacer y que además tendrás que inventarte después otra mentira.

Podría poner mil ejemplos que todos vivimos y que con una verdad no se generarían falsas expectativas en nadie, esa persona no perdería el tiempo y posiblemente daría un giro o emprendería él mismo una acción que le llevaría a la solución de su problema.

La verdad no mancha los labios de quien la dice, sino la conciencia de quien la oculta. La verdad puede llegar a ser cruel, pero si es así, ¿cómo podríamos definir la mentira? ¿No es mucho más cruel engañar? ¿La repercusión de la mentira no será siempre más gravosa que la dura realidad de la verdad?

Decía Mark Twain:  si siempre dices la verdad, no tendrás que recordar nada. Porque la mentira requiere tener una gran memoria y al mentiroso le plantea un grave problema: El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera (Alexander Pope).

¿Y no es mejor quedar mal por decir la verdad, que perder la confianza de alguien por sostener una mentira? Di la verdad o alguien la dirá en tu lugar. Y eso siempre será peor porque llegará tarde y cuando menos se espera.

Una verdad puede hacerte llorar unos cuantos días, pero una mentira te marca para siempre.

A la Verdad se llega no solo por la razón, sino también por el corazón. Cosa que no se produce con la mentira. Esta nunca puede salir del corazón porque siempre esconde algún interés, aunque sea mínimo.

Dice Alexandru Vlahuța: La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa. Tiene prisa para conseguir ese fin pretendido. Tiene prisa para evitar explicaciones . Tiene prisa para ganar tiempo. Tiene prisa sobre todo, para que no se descubra primero la verdad.

El hombre que no teme a la verdad, no tiene nada que temer de las mentiras (Francis Bacon).

Y lo grave ya no es mentir, sino que una mentira repetida suficiente número de veces se acaba convirtiendo en verdad para la mayoría. Porque además parece aceptarse más esa mentira repetida, que detenerse en investigar la verdad. Porque investigar una verdad cuando la mayoría ha creído esa mentira, puede crear conflictos que esa gran mayoría procura evitar aunque sean para un bien mayor. ¿Pero un bien mayor para ojos de quién?

 Si contáramos la cantidad de veces que se miente cada día, posiblemente nos daríamos cuenta del por qué de tantas cosas que suceden a nuestro alrededor. Lo grave es que unos y otros vamos entrando en la rueda de practicar este «deporte» de la mentira como otra costumbre más que se ha impuesto, y a la que parece que nadie le da importancia, excepto cuando uno se ve afectado seriamente. Lo demás, son «mentiras piadosas» que pensamos que no hacen daño a nadie, porque todo el mundo las dice, porque parece que decir la verdad no se lleva y porque —como decía antes—, uno ha llegado la convencimiento que esta hace más daño.

La mayoría de la gente está encadenada y presa por la mentira, sin darse cuenta que en la Verdad está la libertad. Las mentiras siempre condicionan y atrapan para obtener el bien deseado, un bien deseado que la verdad destruirá más tarde o más temprano. Porque como decía Napoleón: El mal de la mentira es semejante a la mancha de aceite: deja siempre huellas.

Pero el castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad (Aristóteles).

La mentira te mantiene preso. La Verdad te hará libre. Amad la Verdad.


Muchas gracias por estar aquí y compartirlo. 
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