Trompetas, flautas, servicio... ¿Qué título le darías tú?


No sabía cómo titular este artículo queriendo detenerme en argumentos referentes al mundo en el que vivimos y el mundo que queremos, por lo que dedicaré alguna reflexión a cada uno de los supuestos posibles títulos.

La trompeta y la flauta. Hoy en día muchos actúan como trompetas —si no trombones—, y van anunciando su presencia a cada paso que dan, como meros pavos reales que pretenden lucir su bello plumaje, lo sea o no lo sea. Es decir, quieren llamar la atención para que todos sepan de su existencia y algunos —si no muchos—, crean o perciban la gran importancia de su existencia, tanto en su vida social, familiar como laboral.

Otros —los menos—, directamente actúan como flautas, porque apenas se les escucha al ser su melodía mucho más suave, más armónica, menos estridente. A estos no les importa que los demás se fijen en su bello o diferente plumaje, porque no tienen interés alguno en todo aquello que signifique parecer, al dedicar su vida, su esfuerzo y cada uno de sus pasos, más bien a la importancia de ser haciendo y no simplemente pareciendo.

El fin del trabajo —como nuestro papel en la vida—, no es tocar la trompeta y que suene fuerte para que todos sean espectadores de nuestros grandes pulmones. ¿Cuántos pasan cada día a nuestro lado como pavos reales abriendo sus plumas para que los demás observen su majestuosidad? Majestuosidad que no es otra que esta misma, el gran sonido de trompeta que quieren hacer oír a su paso y el extender sus plumajes para que los demás se aparten y observen su esplendor desde fuera. y que no se fijen en su vacío interior.

Todos podríamos pensar que el único fin es ganar dinero para poder satisfacer nuestras necesidades, pero aunque en principio lo veamos así y la gran mayoría pasara de trabajar si no fuera necesario el dinero, la realidad es que el trabajo tiene un verdadero sentido, tiene un fin que nos hace sentirnos bien con nosotros mismos y con la sociedad, sin necesidad de ser trompetas, sino simplemente sacando nuestras capacidades, cualidades, dones y conocimientos, poniéndolos al servicio de los demás procurando el mejor trabajo y el mejor resultado, dirigido siempre a mejorar y buscar el bien común. 

Porque no nos damos cuenta, pero nos ha tocado la lotería, una fantástica lotería que no nos sirve de nada si no la gastamos dándole utilidad. Un lotería que además, según la utilizamos y la compartimos, se hace fuerte en nuestro interior creciendo más dones, más capacidades y más cualidades. 

El fin es hacer un gran bien a la sociedad, un bien a los demás; prepararnos bien para hacer un gran bien a mucha gente que espera de nosotros lo que se nos ha concedido gratis. Ese es el fin. Hacer mucho bien a las personas. Y de ahí viene la importancia de lo pequeño.

La importancia de lo pequeño. La humildad, la sencillez, la melodía de la flauta que hace sentir la música en cada una de sus notas, haciendo crecer la sinfonía desde lo pequeño, para que se haga grande. 

Cuando dejas crecer lo pequeño, se hace grande. Cualquier semilla es más pequeña que su fruto y solo hay que dejarla crecer. Puede ser una semilla pequeña, pero ¡eso sí! con fuerza interior para crecer y hacerse gran hortaliza. Sólo desde la humildad se puede crecer.

Por eso hay que cultivar, trabajar, transformar, no siendo necesario extender el gran plumaje, ni hacer sonar la trompeta. Las raíces van creciendo sin ruido y sin apenas darnos cuenta, convirtiendo esa semilla en un gran árbol, donde pueden anidar multitud de pájaros y alimentarse con sus frutos.

Tenemos que aprender a servir. Aquí no se admite cierto postulado que algunos podrían considerar como tal y que dice: yo no he nacido para servir. Todos hemos nacido para servir y hay muchos momentos de la vida en que nos toca servir. Lo importante es el cuándo, para quién y cómo. Cuando el momento lo requiera, a aquel a quien o a quienes lo necesitan, y por supuesto de la mejor manera para satisfacer a quien tengamos enfrente. A todos nos gusta que nos sirvan y que lo hagan bien pero, ¿cómo servimos nosotros?

La vida es servir, todos hemos nacido para servir: los padres, los profesores, los médicos, los bomberos, los policías, los fontaneros... La vida es servicio y cuanto más entendamos que es así, que es una obligación que tenemos con todos los que se cruzan en nuestro camino, más sentiremos que todos somos importantes porque nuestro servicio, cuanto mejor sea, mayores frutos de amor dará.

Tus dones son semillas que debes hacer crecer para que den frutos.

Permíteme que acabe contándote una historia real: En mi vida laboral conocí a una persona que todos habían dejado de lado en el trabajo, incluso apartándole en un rincón para que no molestase, porque él no sabía, no entendía, era muy lento y le faltaba iniciativa. Nadie quería perder el tiempo con él. Hasta que le cambiaron de departamento y aunque su nuevo responsable pensaba lo mismo que todos aquellos que habían trabajado con él, decidió abajarse y poner su esfuerzo en compartir sus dones y capacidades en enseñarle con paciencia, perdiendo tiempo en dedicarle tiempo

Nuestros dones, siempre son semillas que debemos hacer crecer para que den frutos, allá donde estemos y con quien estemos.


Muchas gracias por estar aquí y compartirlo. 
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"

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