Llega el día de la Sagrada Familia el domingo 29 de diciembre.
¡Qué importante es la familia y lo abandonada que algunos la tienen!
En un artículo anterior ya daba mi opinión comparándola con el trabajo y ahora insisto en la importancia que tiene en nuestra vida.
Ya peino canas y puedo decir con orgullo de marido, padre y abuelo, además de hijo, hermano, primo y nieto..., que es lo mejor que me ha pasado en mi vida. La familia es mi pequeño cielo.
Son ya 50 años a lado de mi mujer (incluyendo los años de novios), y eso demuestra que se puede conseguir ir de la mano de viejecitos, apostando por la familia hasta el final.
Hacer familia no acaba nunca. Bueno, mejor dicho no debe acabar nunca. No es fácil, claro que no; hay que luchar mucho por unas cosas o por otras, pero tiene una gran recompensa que es la que te llena de felicidad.
Cuando uno se casa, crea un compromiso de familia para toda la vida. Recibir el sacramento del matrimonio te llena de una gracia especial que es la que te da fuerzas (como las espinacas para Popeye).
Mi primer consejo de "abuelo cebolleta", suponiendo que os habéis casado enamorados de verdad y sabiendo el compromiso que se adquiere, es que no tiréis la toalla. Hay que seguir subiendo esa gran montaña todos los días. Y habrá días nublados, lloverá, nevará, pasaréis frío, pero hay que seguir y seguir porque será maravilloso cuando vuelva a salir el sol y contempléis la belleza desde lo alto de la cima. Y os aseguro que sale el sol. Pero no podéis desfallecer.
La pena es lo que pasa ahora con las parejas, que la mayoría abandona cuando ven tan solo la primera nube, temiendo que la tormenta les impida subir esa montaña. Y eso suele pasar porque no se ha forjado ese amor. No es un amor sólido, bien construido. Faltan las botas todoterreno.
Si cuando uno se compromete en una relación piensa que todo va a ser juerga, diversión, sexo, viajes, comilonas y demás cosas placenteras, debería abandonar antes de decir el "sí quiero". Lo primero en el matrimonio debe ser el amor.
El matrimonio pasa por procurar hacer feliz a tu pareja mañana, tarde y noche, a pesar de las diferentes adversidades que van a acontecer. Por supuesto tu pareja debe procurar lo mismo. Y cuantos más días se procure, más días serán exitosos y más cerca estaréis de llegar a lo alto de la cima.
Recordad que cuando uno entrega felicidad, recibe felicidad. Esto no funciona al revés. No puedes esperar a que te hagan feliz para tú hacer feliz. El "yo mí me conmigo" es el gran error.
Y eso mismo pasa con los hijos. El quererles, el educarles, el aconsejarles, el castigarles y el ponerles en su sitio, no puede empezar cuando tengan 16 años, porque se piense que si no se van a traumatizar (¡pobrecitos míos!). A los hijos se les empieza a educar y a enseñar lo que es la vida desde que nacen, aunque lloren, pataleen o rían.
La familia se construye juntos y no cada uno por su lado.
Hay que sentirse padre o madre y ejercer como tal, desde el primer momento y con todo lo que conlleva. Hay que estar ahí, siempre, y no valen las excusas. Y si las hay, porque también las habrá por diferentes cosas que no se podrán evitar, no pueden ser una costumbre y además, se deberá de compensar con la escucha, la atención, el cariño y el amor que no se ha podido dar por ese motivo puntual.
Pasar de todo porque se hace insoportable ese "cansancio" de escuchar a la mujer, al marido, a los niños; soportando gritos, tener que ayudarles en los estudios o tener que jugar un rato con ellos, romperá la familia. Es decir, que te pasará factura más adelante porque no has estado donde debías estar cuando tenías que estar.
Mi mujer y yo hemos apostado desde el primer momento por ESTAR. Ella conmigo, yo con ella, y uno y otro con los hijos. Y por supuesto siempre que ha sido posible, los dos con ellos haciendo familia cada día. ¡Qué importante es estar ahí!
Hemos procurado desayunar, comer y cenar juntos, y por supuesto sin televisión. Nada de distracciones que rompan el diálogo. Esa es la forma de que nos conozcan y de conocerles. Saber e interesarse cómo les va y los problemas que tienen, cómo son sus compañeros y sus amigos, qué camino va tomando sus respectivas vidas y si necesitan reconducirles antes de que la distancia nos lo impida.
Y eso continúa así. Ahora que son mayores, hay que aprovechar y comer con uno y otro, individualmente, en su lugar de trabajo, para seguir ejerciendo de padre o madre, sabiendo de sus inquietudes laborales, de su quehacer y de cómo lo hacen o cómo practican sus valores humanos; además de otras cosas personales que pueden surgir según el momento, tales como su propia relación de pareja o la educación que empiezan a transmitir a sus propios hijos.
Por supuesto, también hablarles de Dios y que nuestra vivencia personal siempre sea un testimonio y un ejemplo para ellos. Tenemos que ser un referente con nuestro comportamiento.
Es maravilloso, cuando ahora que son mayores, ellos nos invitan a comer para celebrar el día del padre y de la madre, eligiendo un restaurante en donde nos podamos juntar padres e hijos con sus respectivas familias (trece personas por ahora). ¡Nada de regalos! ¡Qué mejor regalo que reunirnos en familia disfrutando una comida!
Pero también es maravilloso cuando nos juntamos estos días de Navidad y cantamos o bailamos escenificando algún villancico. No importa que salga mal, lo que importa es estar y que eso se recuerde. Al final nos reímos mucho viendo el resultado final en el vídeo que grabamos (incluidas las tomas falsas).
¿Cómo no voy a dar gracias a Dios de la alegría de mantener ese maravilloso contacto con cada uno de mis hijos y sentir el amor de Dios a través de ellos y de mi mujer? Recibir su luz y compartir nuestra luz es maravilloso.
Todo esto que os he contado, me hace quererles cada día más; así como a mis nietos y por supuesto a mi mujer, habiendo estado los dos donde debíamos estar.
¿Y esto qué tiene que ver con el trabajo? Pues mucho y además es muy importante, porque la familia es la empresa más importante. Hay que gestionarla y trabajarla día a día; porque cuando no se trabaja, no funciona.
El mundo laboral falla tanto ahora, porque lo primero, lo esencial, la familia, no funciona, no se le dedica la atención que merece, no se gestiona bien y no se trabaja.
¿Cómo vas a saber dirigir una empresa o un departamento si no sabes dirigir tu familia?
Por último, tal vez sería bueno que os hicierais estas preguntas:
¿Estás construyendo tu familia sobre roca o sobre arena?
¿Conoces a tu pareja? ¿La amas? ¿La cuidas? ¿La haces reír? ¿Estás dispuesto a sacrificarte por ella aunque ello signifique perderte el partido más importante? ¿Olvidarte de ese día de compras por estar con él?
¿Conoces bien a tus hijos, sabes los que les gusta, las aficiones, sus inquietudes, sus temores, sus problemas...?
¿Estás cuando hay que estar o te echan en falta?
¿Estás dejando caminar a tus hijos a oscuras? (¡ Qué pena esos chavales que están desnortados, sin referentes, sin dirección, sin normas, sin cariño!).
¿Sabes lo que una familia feliz ayuda a la vida laboral?
¿Qué legado, que referente, qué marca vas a dejar a tus hijos, nietos y a tu mujer, a tu marido? ¿Cómo te van a recordar?
Tal vez una reflexión sobre todo esto os pueda ayudar.
¡Haz que siempre sea Navidad en tu familia!
¡FELIZ NAVIDAD!
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"
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