"Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré"
Este mensaje de Jesús, lo podéis encontrar en Mt 11, 28-30.
En este mundo en el que vivimos, un alto porcentaje de personas están cansadas, agobiadas, estresadas, hartas, y sin saber encontrar paz y tranquilidad en sus vidas.
El mundo laboral, la familia, las personas que se cruzan en nuestro camino, la política, las preocupaciones, las enfermedades, la vivienda, el paro y las muchas incongruencias que se quieren imponer, provocan la pérdida de esa estabilidad personal que cada uno ansía en su vida.
Pero Jesús nos dice: "Venid y veréis. Hallaréis descanso".
Tenemos solución a esta vida agitada que lleva al desconcierto, pero nuestros oídos permanecen sordos a sus palabras, buscando con nuestra "autosuficiencia" la solución a todo aquello que no está en nuestras manos solucionar porque solo Él nos dará la fuerza y la sabiduría para el descanso que necesitamos.
Igual que un niño encuentra descanso en los brazos de su madre o de su padre, nosotros debemos abandonarnos y dejarnos abrazar por aquel que nos creó, nuestro Padre Creador, para hacernos felices y llenarnos de paz y tranquilidad.
“Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en Ti”. (San Agustín)
No somos autosuficientes. No podemos construir nuestra vida solos. Necesitamos de Dios para encontrar reposo en nuestras fatigas. Tenemos que pedir ayuda a quien puede dárnosla y a quien espera que se la pidamos.
Puede que los problemas no dejen de existir, pero con Dios se viven con diferente perspectiva, con mayor entendimiento y con mayor paz, porque estaremos apoyados en Él.
San Juan de la Cruz decía: “Quien anda en Amor, ni cansa, ni se cansa”.
Si ante las cuarenta cosas que hacer cada día, pusiéramos en primer lugar —con la pequeña oración de la mañana—, escuchar la Voluntad de Dios y cumplirla, esa cantidad de cosas estarían en manos de nuestro gran aliado y en su omnipotencia.
No dejemos que cuando Dios venga a escucharnos, nos encuentre demasiado ocupados para poder hablar con Él. Muchas veces al día nos viene a decir: "Ven y descansa". Solo hace falta escucharle, o pararse un minuto para decirle: "¡Ayúdame!".
Os invito a probar, recordando sus palabras cada día: "Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré".
Yo no siempre me he acordado de ponerlas en práctica por aquello de esa soberbia y autosuficiencia que se quiere anteponer siempre en nuestra vida; pero cuando me he detenido, cuando he procurado unos minutos de silencio, cuando he reflexionado ante Aquel que todo lo puede, poniéndome en sus manos, abandonándome a su voluntad, ese camino que me parecía tortuoso, complicado y desesperante, se ha convertido en un paseo en el que ese Dios Todopoderoso, a quien había pedido ayuda, me llevaba de la mano sintiendo su amor en mi interior.
¡Prueba, no pierdes nada!
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"
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