Leyendo un comentario sobre el juicio final y la miopía que reina hoy, se me ha removido el corazón reflexionando sobre mi propia miopía y la que se observa a nuestro alrededor.
Decía el texto referente al evangelio de San Mateo 25, 31-46: ... "porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme" al que yo añadiría: solicité tu ayuda y me la diste, necesité que me escucharas y me escuchaste, buscaba un buen servicio y me lo diste, te mostré mi trabajo y me felicitaste, quise aprender y me enseñaste, me viste preocupado y me consolaste, me imputaron un error y me defendiste, al verme agobiado en vez de increparme me comprendiste ofreciéndome tu ayuda, me caí y me levantaste, comprobaste que abusaban de mí y le pusiste remedio, me hiciste daño y me pediste perdón...
Hay tantos ejemplos en los que en ese juicio final nos podrán preguntar si verdaderamente hicimos algo de eso y no pasamos por la vida siendo unos miopes ante las personas que teníamos frente a nosotros, que nos dará vergüenza nuestro comportamiento irrespetuoso, hipócrita, soberbio, egoísta, orgulloso y prepotente. Por lo menos a mí me dará mucha vergüenza. Ya me da mucha vergüenza pensar que he tenido ese comportamiento miope, despreocupado y pasota ante tantas cosas que podía haber hecho ante tantos a los que no he visto, por esa invisibilidad que me he creado ante mi paso frente a ellos, no importándome ser miope y seguir mi camino. Pero además, buscando que todo eso lo hagan conmigo, y si no lo hacen, reclamarlo porque soy merecedor de la máxima atención y reverencia ante cualquier demanda mía o necesidad "imperiosa".
Pero no nos da vergüenza. En nuestro examen de conciencia diario no hay lugar para reconocer nuestras ofensas de pensamiento, palabra, obra y omisión, porque solamente nos detenemos a pensar en el daño recibido y los beneficios que no nos han otorgado en casa, en el trabajo, en la tienda y hasta en la calle, porque no se han apartado para dejarnos pasar.
Esa gran miopía es un mal que nos asola allá donde estemos, y que a pesar del ejemplo que algunos nos dan, no nos llama la atención para mejorar nuestro comportamiento, sino que pensamos en lo tontos que son algunos que obran así porque pierden el tiempo demostrando que les importan las personas y porque para ellos es importante poner amor en todo y a todos.
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"
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