¿Cuántas veces no nos atrevemos a tomar una decisión? ¿Cuántas veces no damos un paso adelante porque tememos que ese no es el camino? ¿Cuántas veces callamos y no damos nuestra opinión? ¿Cuántas veces nos quedamos paralizados ante esa puerta que esconde algo desconocido?
¿Sabéis quién tiene la culpa? El miedo. Ese miedo a lo desconocido. El miedo que provoca en nuestra mente que cada día o cada minuto encuentre una nueva distracción para crear en nosotros cantidad de pensamientos con los que divertirse, provocando ese temor que evita quitarle ese nuevo jueguecito que ha encontrado para pasar el día.
La única forma de luchar contra el miedo es enfrentarte a él. ¿Qué harías tú si se abalanza sobre ti un perro? ¿No te defenderías y te enfrentarías a él para que no te muerda? ¿No sacarías todas tus fuerzas para apartarle de ti? Pues esa es la respuesta.
En la vida pasamos por muchas situaciones que nos paralizan por ese miedo (la mayoría de las veces infundado), a lo nuevo, a lo desconocido, al ridículo, a los comentarios, al fracaso, al rechazo que podemos sufrir ante esa mujer o ese hombre que amamos y por supuesto a esa puerta que no sabemos que esconde detrás. Pero, ¿sabéis una cosa? Casi siempre esas comeduras de coco mentales no tienen ningún fundamento y cuando nos enfrentamos a la situación que se presenta, salimos victoriosos, triunfantes y felicitándonos por haber cogido al toro por los cuernos.
Miedo sí, vas a tenerlo muchas veces. Todos tenemos miedo. Se te van a presentar multitud de situaciones en las que la mente va a querer jugar contigo y te va hacer sentir hasta pánico, pero ahí estás tú. ¿Tú no mandas sobre tu mano y hace solo lo que tú quieres? Con la mente tienes que hacer igual. No puedes dejarla sin control. "No quiero pensar en esto y no voy a dejar que siga ese pensamiento". Tienes que sacar tu coraje, tu fuerza, tu valentía, peleándote con esos pensamientos que te paralizan, defendiéndote con el ataque sacando tus puños y avanzando, ganando terreno, llevándolos hacia las cuerdas y noqueándolos.
No pienses, actúa. Abre la puerta y entra. A partir de ahí todo es más fácil y descubrirás un mundo maravilloso.
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