Nada más leer el título a más de uno le surgirá la primera duda: "Pero si yo no me aguanto a mí mismo, ¿como voy a activar la felicidad de los demás?" Pues seguramente es por eso, porque te importan poco los demás y sólo piensas en ti. Cuando te des cuenta de lo que tú puedes aportar a la felicidad de los demás, probablemente descubras tu propia felicidad.
Activar la felicidad de los demás es fácil y gratuito, solamente poniendo un mínimo interés puedes llegar orgulloso a tu casa todos los días.
¿Qué te cuesta saludar? Cuando saludas a ese compañero o a ese vecino que se cruza en tu camino ya empiezas a indicar que te importa, que es algo para ti a parte de uno más que se cruza en tu camino.
¡Sonríe, por favor! No es lo mismo hacer un gesto con los ojos o saludar obligado y por educación, que enviar una sonrisa sincera deseándole un buen día. A todos nos gusta recibir sonrisas y es mucho más fácil recibirlas cuando tú mismo se la ofreces al de enfrente.
Esto mismo ocurre cuando alguien se te acerca a comentarte algo o a consultarte. ¿Cómo le recibes? ¿Le haces sentir a gusto o le muestras tu deseo porque que deje de molestarte? Te podrías hacer tú mismo una pregunta, ¿cómo te gusta que te reciban? ¿Te gusta que te escuchen? ¿No eres tú de los que criticas la mala atención en uno u otro establecimiento? Y tú, ¿como actúas ante los demás?
Cuando alguien viene a ti es por algo y siempre podríamos hacer conjeturas sobre los diferentes porqués, pero si entendemos que disponemos de unos conocimientos, experiencias o capacidades por las cuales podemos ayudar y aportar algo a quien se acerca a nosotros, deberíamos sentirnos halagados por ser elegidos.
Te en cuenta siempre que cuando alguien se acerca a hablar contigo, lo que le digas y lo que él sienta en esa conversación, puede ser el minuto de su vida que jamás olvide. Mucha gente necesita consejo, ayuda, expresar sus sentimientos o que alguien le anime en una decisión. ¡Escúchale con atención y que así lo sienta! La gente olvida lo que haces y lo que dices, pero nunca olvida cómo le haces sentir.
No cuesta nada hacer favores, hacer amigos, ser considerado una persona amable, dispuesta y generosa que facilita el trabajo a los demás o que le hace el día más agradable. Sin darse cuenta y sin quererlo, uno va sumando puntos en la agenda de la gente que te rodea y que sin duda, abrirán sus puertas a ti cuando sea necesario.
Cada uno, en el ámbito en el que se mueva, tiene el poder de cambiar el mundo con su comunicación, con lo que transmite, con los sentimientos que descubre ante los demás. Elogiar, ilusionar, motivar, reconocer y animar, son acciones que activan la felicidad de los demás y que deben estar en todos y cada uno, máxime cuando se tiene personas a su cargo (padres, entrenadores, formadores, jefes....)
El día a día puede ser duro, pero cuando uno va transmitiendo alegría, entusiasmo e ilusión, regalando una simple sonrisa o dedicando cinco minutos a escuchar con atención a alguien, indudablemente activa la felicidad de los demás, pero además rebota en ti recibiendo lo que estás dando gratuitamente, activando tu propia felicidad. Las personas siempre te van a llenar de vida, pero para ello tú habrás tenido que dar sentido a su propia vida.
Rodearte de personas que te hacen sentir grande es crecer, pero hacer grandes a los que te rodean es todavía más enriquecedor.
Recuerda: Para llegar al podio de los triunfadores, el primer objetivo es triunfar con las personas.
Activar la felicidad de los demás es fácil y gratuito, solamente poniendo un mínimo interés puedes llegar orgulloso a tu casa todos los días.
¿Qué te cuesta saludar? Cuando saludas a ese compañero o a ese vecino que se cruza en tu camino ya empiezas a indicar que te importa, que es algo para ti a parte de uno más que se cruza en tu camino.
¡Sonríe, por favor! No es lo mismo hacer un gesto con los ojos o saludar obligado y por educación, que enviar una sonrisa sincera deseándole un buen día. A todos nos gusta recibir sonrisas y es mucho más fácil recibirlas cuando tú mismo se la ofreces al de enfrente.
Esto mismo ocurre cuando alguien se te acerca a comentarte algo o a consultarte. ¿Cómo le recibes? ¿Le haces sentir a gusto o le muestras tu deseo porque que deje de molestarte? Te podrías hacer tú mismo una pregunta, ¿cómo te gusta que te reciban? ¿Te gusta que te escuchen? ¿No eres tú de los que criticas la mala atención en uno u otro establecimiento? Y tú, ¿como actúas ante los demás?
Cuando alguien viene a ti es por algo y siempre podríamos hacer conjeturas sobre los diferentes porqués, pero si entendemos que disponemos de unos conocimientos, experiencias o capacidades por las cuales podemos ayudar y aportar algo a quien se acerca a nosotros, deberíamos sentirnos halagados por ser elegidos.
Te en cuenta siempre que cuando alguien se acerca a hablar contigo, lo que le digas y lo que él sienta en esa conversación, puede ser el minuto de su vida que jamás olvide. Mucha gente necesita consejo, ayuda, expresar sus sentimientos o que alguien le anime en una decisión. ¡Escúchale con atención y que así lo sienta! La gente olvida lo que haces y lo que dices, pero nunca olvida cómo le haces sentir.
No cuesta nada hacer favores, hacer amigos, ser considerado una persona amable, dispuesta y generosa que facilita el trabajo a los demás o que le hace el día más agradable. Sin darse cuenta y sin quererlo, uno va sumando puntos en la agenda de la gente que te rodea y que sin duda, abrirán sus puertas a ti cuando sea necesario.
Cada uno, en el ámbito en el que se mueva, tiene el poder de cambiar el mundo con su comunicación, con lo que transmite, con los sentimientos que descubre ante los demás. Elogiar, ilusionar, motivar, reconocer y animar, son acciones que activan la felicidad de los demás y que deben estar en todos y cada uno, máxime cuando se tiene personas a su cargo (padres, entrenadores, formadores, jefes....)
El día a día puede ser duro, pero cuando uno va transmitiendo alegría, entusiasmo e ilusión, regalando una simple sonrisa o dedicando cinco minutos a escuchar con atención a alguien, indudablemente activa la felicidad de los demás, pero además rebota en ti recibiendo lo que estás dando gratuitamente, activando tu propia felicidad. Las personas siempre te van a llenar de vida, pero para ello tú habrás tenido que dar sentido a su propia vida.
Rodearte de personas que te hacen sentir grande es crecer, pero hacer grandes a los que te rodean es todavía más enriquecedor.
Recuerda: Para llegar al podio de los triunfadores, el primer objetivo es triunfar con las personas.
Comentarios
Publicar un comentario