El perder te hace ganar



El otro día veía la película «La nueva vida de Kimberly" y me pareció inspiradora: Una chica de familia rica, que tenía su propia tarjeta de crédito para gastar en todo lo que quería; acostumbrada al lujo, a vivir bien, a vestir a la moda, a entrar en buenos restaurantes y humillar a cualquiera de inferior condición, hasta que la madre le comunica que se han arruinado y que tienen que dejar la lujosa mansión e irse a un apartamento y ponerse a trabajar para poder comer. Me imagino que os podéis imaginar la reacción de la chica ante semejante cambio de vida.

Pero cuando esta chica descubre el mundo desde el otro lado, comienza a descubrir los verdaderos valores humanos en los que nunca se había parado a pensar porque tampoco le importaban lo más mínimo. Descubre el esfuerzo, el trabajo y el empeño que pone la gente sencilla y trabajadora en hacer bien su trabajo y en dar una buena atención, a pesar de las humillaciones de muchos clientes.

Cuando empieza a descubrir lo que esconden las personas en su interior, haciendo que la vida tenga un verdadero sentido, se entera que todo era mentira y que su madre solo quería que madurase, que entendiera el valor del esfuerzo y la importancia de la humildad. Es entonces cuando no quiere volver a su antigua vida, porque la nueva le llena mucho más y la otra, ahora, le parece absolutamente vacía.

¡Qué importante es perder, para aprender a ganar! Y es que cuando uno está en lo alto y se cae perdiéndolo todo, aprende a crecer. Cuando uno ve de cerca la vida de los demás, su día a día, su esfuerzo continuo, los obstáculos con los que tropieza y el duro trabajo para poder subsistir, es cuando uno descubre la verdadera vida y lo que se esconde en el corazón de cada una de las personas con las que nos cruzamos en nuestro caminar y que nos regalan su sonrisa y su alegría aunque el día sea duro.

Otro ejemplo que explica claramente que aún en lo poco, perder te hace ganar y crecer, es la historia de la vaca del Dr. Camilo Cruz que podéis ver en este vídeo.

Cómo el más pobre de los pobres, solo cuando perdió su único bien, su vaca, decidió pensar qué iba a ser de su vida. Eso le hizo crecer y reaccionar descubriendo sus capacidades y utilizándolas para cambiar de vida.

Lo mismo pasa cuando uno se acomoda en un trabajo que no le gusta. Hasta que no lo pierde, no se da cuenta de sus verdaderos dones para hacer algo nuevo y mejor, y que le satisfacen mucho más. El perder te hace poner más empeño, más esfuerzo, imaginación, sacar tu valentía, despertar tu rabia para hacerlo mejor y para superarte.

Y es que perder es aprender, perder es ganar, perder es crecer. Este mundo está lleno de perdedores que enseñaron al mundo dónde se encontraba el éxito, levantándose una y otra vez hasta que consiguieron su sueño o su propósito. Se olvidaron de la vaca, del dinero de papá, de ese trabajo tóxico y de todo aquello y de todo aquel que no le permitía avanzar.

Decía Publio Siro: "Uno no sabe de lo que es capaz hasta que no lo intenta". No se puede permanecer atado al conformismo, a la desidia, a esa mediocridad, a esa supuesta seguridad que te mantiene inmóvil y no te permite tomar decisiones para descubrir de lo que eres capaz para cambiar, para mejorar y para crecer.

Nunca tengas miedo a perder, todos los que ganaron aprendieron a ganar perdiendo.


Muchas gracias por estar aquí y compartirlo. 
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