Llama a nuestra casa, a nuestro negocio, a nuestro despacho. Se nos ofrece como ayudante, asesor y consejero pero aún siendo sus honorarios gratuitos, nos da miedo dejarle pasar y consultarle, porque no confiamos en Él.
Llama a nuestra puerta y siempre oponemos resistencia, sin darnos cuenta que Él está en nuestros acontecimientos, en nuestras ocupaciones, en nuestro trabajo y en nuestro caminar, dispuesto a poner luz donde solo vemos oscuridad.
Creemos que nos bastamos a nosotros mismos y no nos damos cuenta de lo que ganaríamos y cuál sería nuestro crecimiento, si en nuestras decisiones y ante nuestros problemas consultáramos con ese consejero permanente que conoce nuestra vida.
Pero es que tenemos miedo. Miedo a que su consejo no sea el que más nos agrade. Miedo a que nos pida dar un paso importante que rompa nuestra zona de confort. Miedo a hablar de Él y descubrir ante todos nuestra fe y ser humillados, rechazados o apartados de esos círculos populares.
Y es que nos puede el orgullo, el reconocimiento, el aplauso, la vanidad, el narcisismo y nos olvidamos del poder de la humildad, de la generosidad, de la tolerancia, del amor y la entrega allá donde estemos.
Nos da miedo escuchar nuestra voz interior, esa que viene directamente de quién más sabe cuál es la mejor decisión y la mejor acción a emprender en cada momento y ante cualquiera que tengamos enfrente.
Nos da miedo a ser mejores personas, porque ser mejor persona es mucho más difícil que ser uno más, uno del montón; ser mejor persona requiere saber renunciar; requiere un mayor esfuerzo; requiere sacrificio; requiere pararse a escuchar; requiere ser generoso con tu tiempo y con tus dones, capacidades y cualidades poniéndolas al servicio de los demás; requiere dar sin recibir nada a cambio; requiere ante todo amar.
Da miedo a hablar de Dios cuando solo se mira el poder, la ambición y el beneficio, desplazando el verdadero afán de servicio y el lugar que deben ocupar las personas.
Da miedo dar una charla, publicar un artículo o sacar en una conversación el tema de Dios, participando sin embargo en críticas, ofensas, humillaciones... sin darnos ningún miedo el daño infringido.
Da miedo a hablar de la fe y de la esperanza, pero también del respeto, de la ética, de los valores humanos, de la importancia de la familia, de los hijos, de la educación.
Da miedo hablar de Dios y además somos cobardes temiendo que nos vaya a pedir algo que nos comprometa, no dudando en mirar hacia arriba cuando arrecia la tormenta. Llegamos a decir que Él no nos habla, sin darnos cuenta que recibimos mensajes suyos en cada momento ante cualquier circunstancia y con cada una de las personas que se cruzan en nuestro camino, necesitando solo estar atentos y abrir nuestros oídos.
Puede dar miedo hablar de Dios e incluso oír su llamada, cuando lo único a lo que hay que temer es al propio miedo, ese miedo que te paraliza.
Él está a nuestra puerta y llama. Nos ofrece ayuda, asesoramiento, consejo, pero no confiamos en Él, dudamos de su interés generoso, de la rentabilidad del amor que nos ofrece, sin tener en cuenta que el amor siempre es la mejor inversión, que el amor siempre vence.
Él está a nuestra puerta y llama. Nos ofrece la oportunidad de ser mejores personas, el gran poder de la humildad, de la bondad, de la generosidad, de la escucha, de la enseñanza y del amor, aportando valores y engrandeciendo a las personas repartiendo alegría.
Está a nuestra puerta y llama, ofreciéndonos la luz que enfocará nuestro camino día y noche. Esa luz que alumbrará la oscuridad, los obstáculos, las tormentas. Esa luz que apartará nuestros miedos descubriendo la verdadera felicidad que se encuentra en nuestro interior y en cada uno de los que se acerquen a nosotros. Solo hace falta abrir la puerta y descubrir el regalo de un amor incondicional.
"Si quieres ser grande, empieza siendo pequeño".
Artículo inspirado en el libro «Estoy a tu puerta y llamo» de Slawomir Biela.
Muchas gracias por estar aquí y compartirlo.
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"
Buenísimo!
ResponderEliminarMuchas gracias Isabel. Espero que este artículo te haya aportado todo lo que me aporta a mí y todo lo que me hace reflexionar cada vez que lo leo.
EliminarUn saludo.