¿Le pusimos amor?


¿Le ponemos amor a cada cosa que hacemos?

Alguno pensará que vaya tontería dice este tío y más en una red social que se refiere el mundo laboral. Pero teniendo en cuenta que se habla mucho de humanizar el mundo y la empresa, ¿cómo vamos a humanizar sin poner amor? Puede sonar cursi pero, ¿qué es poner cariño, comprensión, escucha, generosidad o paciencia cuando transmitimos, enseñamos, atendemos y servimos a nuestro cliente, proveedor, compañero o a quien tenemos delante?

En esa gestión, en esa negociación, en esa conversación, ¿le pusimos amor o solo buscamos nuestro propio interés, el máximo beneficio, el reconocimiento o nuestra propia satisfacción y nos olvidamos de lo que necesitaba quien tuvimos enfrente?

Cuando el trabajo lo convertimos en un servicio para algo, para un bien o para alguien que necesita de nosotros, estamos poniendo amor en lo que hacemos y cuanto más nos cuesta, más amor ponemos.

Cuando lo que hacemos, lo hacemos con alegría, con amabilidad, con una sonrisa y con responsabilidad, es como tender la mano a quien nos pide algo; es ponerle amor a aquello que se nos solicita y no por el salario —aunque haga falta—, sino por la satisfacción de ayudar, de poner nuestros dones y conocimientos al servicio de los demás; de poner amor entregando lo que poseemos para que otro lo reciba porque lo necesita.

Como decía María Vallejo-Nágera en el testimonio sobre su conversión: llegará el momento en que no nos preguntarán cuántas casas hemos construido, cuántas carreteras y puentes, cuánto dinero hemos ganado, a cuántos pacientes hemos atendido o a cuántos alumnos hemos enseñado; nos preguntarán si utilizamos los dones concedidos y si al utilizar todos esos dones, les pusimos amor.

Y no nos olvidemos de lo más importante. Con la familia, con nuestros hijos, con nuestros amigos o nuestros colaboradores; les enseñamos, les corregimos, les reprendemos pero, ¿le pusimos amor?

Porque poniéndole amor a aquello que hacemos se ensancha la capacidad de entender, se ensancha la inteligencia, se ensancha la capacidad del bien verdadero. Las locuras del amor consiguen que los imposibles se realicen.

Y os lo digo por propia experiencia. Cuando puse amor a mis negociaciones en el mundo de la empresa, cuando puse amor en las conversaciones con mis colaboradores, en mis reuniones con mis amigos, en mi relación matrimonial y en la educación de nuestros hijos, siempre conseguí mayores frutos y mayor satisfacción por parte de todos.

¿Queremos edificar nuestra vida sobre roca o sobre arena?

Leía en una meditación: La vida incluye el gozo de dar frutos, de ser útiles, de producir algo para el bien de los demás; porque nadie se siente vivo si no se siente también fecundo: en el servicio, en la paternidad espiritual, en el arte, en el trabajo, etc. 

Nuevamente en palabras de María Vallejo-Nágera: deberemos tener presente que este es un tiempo de prueba y en el examen final nos preguntarán si en todo eso que hemos hecho, le pusimos amor

Pero ya lo decía mucho antes San Juan de la Cruz: Al atardecer de la vida te examinarán del amor.


Muchas gracias por estar aquí y compartirlo. 
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"




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