¡Qué cierto es que el roce hace el cariño!
Creo que todos, por una cosa o por otra, nos hemos distanciado de amigos o familiares postergando las visitas o encuentros con excusas sin sentido, que nos han llevado casi al olvido de personas importantes que pasaron por nuestra vida y que no hemos sabido cuidar.
Y este distanciamiento cada vez se produce en mayor grado en cada una de nuestras relaciones. Cada vez hay menos personas que dediquen un minuto de su día en hablar con el compañero, el panadero, el cajero, el mendigo, el personal de limpieza, el vecino e incluso algún familiar.
No importa saber de uno o de otro porque parece que ya basta con lo que sabemos de nosotros mismos. Pero con eso estamos perdiendo todo lo que nos aportan los que se cruzan en nuestro camino y lo que nosotros mismos podemos aportar.
No se puede amar a alguien si no se la conoce.
Nos damos cuenta de que no tenemos cobertura y procuramos acercarnos al router para conectar nuestro móvil o nuestra tablet, pero sin embargo nos quejamos de que no conectamos con algunas personas sin habernos molestado en acercarnos a ellas.
A las personas no se las puede seguir de lejos, hay que estar cerca para sentirlas y conocerlas.
Porque esa pequeña acción, vale la pena; dar esa sonrisa, vale la pena; regalar ese saludo amable, vale la pena; ofrecer esa pequeña ayuda, vale la pena; escuchar con atención, vale la pena; interesarse por los demás, vale la pena; sentir a las personas cerca, vale la pena.
Dice Marian Rojas-Estapé: no hay mejor dopamina que sentirse querido. Hay que sustituir los likes por amor. Hay que estimular con cariño, no con mensajes. No a través de redes sociales y pantallas, sino acercándose a las personas.
No se puede conectar sino estás cerca.
Parece que ya nadie entiende que uno es más feliz haciendo felices a los demás. Más bien se piensa que uno es más feliz haciendo lo que le da la gana, pero la felicidad que se siente cuando uno hace lo que debe y con quien lo necesita, es inmensamente mayor. Lo otro siempre lleva al vacío interior.
Nunca se olvida a aquel que siempre ha estado y está presente en nuestras vidas. Pero sobre todo es maravilloso escuchar cuando alguien te dice: ¡tú siempre has estado! Eso simplemente significa que te ha importado esa persona o que tú mismo le importaste siempre a aquella persona.
No olvidemos dar sentido a nuestros gestos: la mirada, la escucha, la palabra, el tono, el abrazo, el tiempo que se dedica y las ganas de ayudar. ¡Qué importancia tiene todo esto!
Todos hemos escuchado algunas de estas expresiones: «Nunca podré olvidar esa mirada»; «Sentía que escuchaba cada una de mis palabras»; «Ese abrazo llenó mi corazón»; «El tiempo que me dedicó nunca lo podré olvidar»; «Lo que más recuerdo es que siempre estaba»...
¿Por qué nos olvidamos del gran amor que contagia el amor?
Como decía al principio, no se puede amar a alguien si no se le conoce y solamente se le puede conocer si estamos cerca de él.
Deja que tu corazón hable. Nunca nadie va a escuchar palabras más bonitas que las que salgan de nuestro corazón.
No dejes que te cuenten. Acércate y conecta con esa persona. Preocúpate por conocerla y entrar en su interior. Nunca podremos estar cerca de las personas si no las sentimos. Y si la distancia ha enfriado nuestra relación, busquemos el camino más corto para hacerla renacer.
Solo podrás recuperar lo perdido si no renuncias a buscarlo.
Todo esto mismo pasa con Dios. Habrás perdido la señal y no tendrás cobertura, si no te acercas. Pero si no te acercas, ¿cómo vas a sentirle? Si no hablas con Él, ¿cómo vas a escuchar lo que te dice? Si no te interesas por Él, ¿cómo vas a conocerle? Podrás opinar por lo que te cuentan pero, ¿no será preferible conocerle para tener una opinión verdadera?
¡Acércate para sentir!
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"
Comentarios
Publicar un comentario