Miedo a compartir la Alegría


Escuchaba el otro día cómo una chica contaba que su jefa le había invitado a comer y el apuro que sentía al no tener demasiada confianza. Desconocía sus creencias, ella estaba acostumbrada a bendecir la mesa y no sabía cómo iba a reaccionar. La sorpresa fue cuando la misma jefa se puso a bendecirla, sin ningún reparo, mostrando sus satisfacción al ver que su empleada correspondía con su bendición.

¿Qué haríamos la mayoría ante una situación parecida? ¿Cómo dar a conocer tus creencias ante tus compañeros, jefes e incluso clientes? ¿Por qué tanto miedo o apuro?

No soy nadie para responder a las preguntas que surgen y que con toda seguridad, muchos de los que estáis frente a estas líneas podríais contestar con mucha más sabiduría y profundidad, pero voy a intentarlo.

¿Por qué sentimos miedo a proclamar nuestras creencias o nuestra fe? ¿Acaso es malo o hace daño a alguien que yo diga que soy católico practicante, que suelo ir a misa todos los días y que intento poner a Dios en el centro de mi vida? ¿No puede ser que mi mirada, mis palabras o mi acción sea lo que se necesite en ese preciso momento?

Pues sí, desde un tiempo a esta parte, suelo ir a misa todos los días a primera hora de la mañana, y la verdad es que cada vez disfruto más del silencio, de la tranquilidad, de la paz y de ese cariño que recibo allí, de rodillas o sentado. Es como que recargo las pilas para el resto del día. Me detengo bastante en lo que hago y dejo de hacer, y en cómo ha cambiado el mundo; en lo que hemos ganado, pero también en todo lo que hemos perdido con todo aquello que nos han vendido para alcanzar la «felicidad».

El problema es que si uno no vive como piensa, al final uno termina pensando como vive. Se llega a la autojustificación.

En mi pensamiento, allí, de rodillas, retorno al pasado y me encantaría volver a ver a las personas recuperar la fe, la esperanza, dejar el egoísmo y mirar por quien tenemos al lado.

Entonces, en el silencio, es cuando me pongo a pensar en el asesor, consejero y amigo que tengo frente a mi y que tan buenos consejos me ha dado, tanto a nivel personal, como a nivel profesional, y me da pena que no se beneficien los demás de lo mismo que a mí me ha ido y me va tan bien, gracias a que mis padres me educaron en el cristianismo.

¿Por qué publicar contenido católico en una red profesional? 

Porque si a mí me ha hecho tanto bien tener a Dios conmigo en mi trabajo, con mis jefes, con mis compañeros, con mis clientes, ¿por qué no va hacer bien a los demás?

Me acuerdo de cantidad de conflictos laborales y reuniones en las que esperaba determinadas conclusiones que no me iban a gustar, y sin embargo, salía de esa reunión lleno de satisfacción por el resultado de la misma.

Muchas veces una pequeña oración basta.

También me acuerdo de cantidad de asuntos personales y familiares que me abrumaban y necesitaban de ese consejo, apoyo y solución, viendo que paso a paso todo iba resolviéndose.

Es cierto que uno espera que todo sea inmediato, no tiene paciencia y se desespera porque ese asesor, consejero y amigo no responde. Yo os puedo asegurar, por experiencia propia, que responde, y la mayoría de las veces con soluciones mejores que las que creía necesitar.

Seguro que amigos, compañeros y desconocidos que de vez en cuando leen mis «cosas», pensaran que ya no se lleva eso de ser tan raro como yo, ir a misa, hablar de Dios, de los valores, de lo importante que es dejar huella y demás historias, pero ante tanta palabrería que existe hoy, ¿no sería bueno probar con aquello que desde niños nos han intentado transmitir?

¡Es tan fácil probar! Solo hay que arrodillarse, mirar al cielo y decir: Yo no creo, pero me gustaría conocerte. Tengo tal o cual problema en el trabajo, en la familia, ¿puedes ayudarme?

Son cosas difíciles de explicar y difíciles de entender. Pero es como todo, cuanto más estudias matemáticas, más las comprendes. 

Es difícil entender la alegría de un católico, pero viene de lo que siente en su interior; de la satisfacción de saber que su vida tiene un sentido, y que esta vida es el camino y la preparación para la verdadera vida. 

Algunos sufren grandes problemas, dolores, injusticias, pero son ejemplos de sosiego, esperanza, aceptación y lucha, sin quejas ni desesperación. Respiran paz. Saben que Dios nunca les abandonará.

Cuando me pongo a pensar en la cantidad de cosas que me ha concedido Dios en mi vida, no tengo suficientes palabras de agradecimiento. Solamente con la familia que me ha dado, me ha mostrado su maravillosa bondad y generosidad. ¡Ha sido un gran regalazo!

¡Tenemos la obligación de contagiar nuestra alegría, de compartir el don de la fe, de poner luz donde pueda haber oscuridad! ¡Tenemos que alimentar la esperanza!

No podemos convencer a nadie sino con el ejemplo. Ese ejemplo que algunas veces solo es el silencio, la humildad, la defensa de los valores, la defensa de la vida, el compartir nuestros conocimientos, el ánimo y la esperanza ante las adversidades, la paz y la armonía ante los conflictos, ese tiempo tan valioso ante el que necesita ser escuchado, o el maravilloso consuelo con el que sufre.

Decía San Agustín: «Una persona que no arde, no puede incendiar».

¿Por qué tenemos tanto miedo de decir a nuestros amigos y compañeros que somos católicos? Si nosotros nos sentimos felices, ¿no es nuestra obligación compartirlo? Tal vez, solo sabiendo que tienen un verdadero amigo a su lado, les haga pensar en que todo eso que promulgamos pueda ser cierto y les llene mucho más que aquello que conocen o han conocido hasta ahora y que les produce un cierto vacío.

¿Cuándo vamos a dejar nuestros complejos a un lado? Los cristianos debemos ponernos delante del mundo sin complejos. El mundo nos necesita. 

Yo no soy nadie, soy un católico tibio, al que le queda mucho camino que andar. Seguro que muchos de los que leáis estas líneas podríais contar experiencias impresionantes de fe.

¿Y por qué debemos de dar a conocer nuestra fe?

Decía Chesterton que «la única manera de saber si uno está vivo es nadar contra corriente, porque si se nada a favor de la corriente no sabe si está vivo o es que le están arrastrando sin más». 


Muchas gracias por estar aquí y compartirlo. 
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"



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