El sol siempre sale después de la noche. ¡Feliz Pascua de Resurrección!
Después de escuchar el último proyecto de Juan Manuel Cotelo sobre el mensaje del Papa Francisco, «Hagan Lío», me he preguntado si, como dice él mismo, no debiéramos hacer lío cada uno allá donde se encuentre y con quien esté.
Pues ahora toca hacer lío, Resucitar.
Yo, como bien sabéis algunos, procuro dejar mi pequeña semilla tanto en mis conversaciones como en mis artículos y tanto en el mundo de la empresa como en mi vida social. Sé que es muy poco lo que hago y que incluso no sé si al menos uno captará mis humildes mensajes, pero aunque tan solo sea así, me doy por satisfecho. Para llegar a más gente, os invito a dar también vuestro testimonio en vuestra empresa, con vuestros empleados, compañeros, clientes, proveedores, y con todos los que os crucéis tanto en el ámbito laboral, como en el personal.
No tengáis miedo. Se habla de Dios simplemente con nuestra forma de pensar, de decidir, de hacer e incluso con nuestra forma de escuchar, de hablar o de mirar. Debéis ser vosotros mismos sin influencias externas.
No tengáis miedo de expresar a vuestros empleados quién es El que de verdad dirige vuestra empresa, de dónde vienen vuestros pensamientos y vuestras ideas, y por qué vuestra empresa es diferente. (Algunos empresarios hasta tienen su pequeña capilla o una imagen de la Virgen en ese rincón de su empresa por el que pasa todo el mundo).
No tengáis miedo de dejar patente ante vuestros compañeros que sois católicos. Simplemente cuando uno rehúye ciertos temas, se aparta de críticas y comentarios tóxicos, o dice que «no» a ciertas propuestas que atentan contra vuestros principios, el testimonio que se aporta queda claro.
Dice María San Gil en el acto de presentación de NEOS: La fe no se vive de puertas para adentro. El que tiene fe debe pregonarlo como el que pregona que es de determinado equipo de futbol. Si tú eres creyente y practicante lo cuentas y lo explicas sin tener que esconderte. Nos empujan a que la fe sea estrictamente en el ámbito privado y que no lo hagamos público...
No tengáis miedo de no estar de acuerdo con lo que dice el jefe, a expresar vuestra opinión contraria a la mayoría o a defender a algún compañero. Aunque no lo creáis, estos actos suelen ser un buen ejemplo para el que está presente y dejarán una huella importante.
No tengáis miedo de buscar lo bueno que esconde cada persona, ese corazón oculto, procurando ignorar aquello malo y que hace daño. Buscad lo que os une y no lo que os separa.
No tengáis miedo a tender la mano, ocupéis el puesto que ocupéis. No tengáis miedo de acompañar, de consolar, de aconsejar, de ayudar a quien lo necesite. Si compartís lo que sabéis iluminaréis siempre el camino de los demás.
No tengáis miedo a rechazar la injusticia, el abuso, el engaño. El bien hacer hay que defenderlo siempre, aun a riesgo de no conseguir ese «gran puesto» que deseáis (y que puede que atente contra vuestros principios).
No tengáis miedo de pensar, antes de firmar o decidir algo que vuestra conciencia frena. Solo actuando con justicia, con ética y con moral se construye sobre roca y no sobre arena.
No tengáis miedo de tener una Imagen o un Rosario en vuestro puesto de trabajo o en vuestro despacho. ¿Sabéis la protección que tenéis a vuestro lado y el testimonio que dais ante cualquiera que se acerca a vosotros?
No tengáis miedo a apartaros de la vulgaridad y de apartar la mundanidad de vuestra forma de vida.
Los mensajes que transmitió Juan Manuel Cotelo en una conferencia, merecen tenerse en cuenta: No pactar con la vulgaridad. Ser coherentes con lo que nos ofrecen y cambiar de canal o de emisora, mostrando así nuestro desacuerdo con lo que se emite. La vulgaridad es lo que todo el mundo hace. Aprender a decir que «no». Tener personalidad. No eres como todos y no tienes porqué hacer lo que todos hacen. Tienes que ser tú mismo: «Esta serie, no. Este programa, no. Este tema, no. Esta crítica, no. Esos chistes, no. Esas imágenes, no. Esos vídeos, no». Evitar las palabrotas aunque todo el mundo las diga y ya se tenga por costumbre. No pactes con la vulgaridad.
Es curioso: mis hijos, ya mayores, me miran incluso cuando de su boca va a salir la palabra, mierda.
Dice el Papa Francisco: El mundo está enfermo de mundanidad. Y la mundanidad transforma las almas, hace perder la conciencia de la realidad: viven en un mundo artificial, hecho por ellos… La mundanidad anestesia el alma. El hombre mundano no es capaz de ver la realidad. Con el corazón mundano no se puede entender la necesidad y lo que hace falta a los demás. Hay que cambiar el corazón de piedra por un corazón de carne.
También podríamos tener en cuenta las palabras de San Isidoro: Que la ignorancia no nos arrastre al mal, ni nos desvíe el aplauso, ni nos corrompa el interés del lucro, o la preferencia de personas.
No tengáis miedo a la humildad. La soberbia solo la practican los cobardes e ignorantes. Descubrid el poder de la humildad.
No tengáis miedo a distanciaros de la mediocridad. Los valores, las virtudes, la justicia y los principios, muestran y ejemplifican la integridad.
Podemos y debemos «HACER LÍO».
Ahora, en donde todo el mundo da su opinión, incluso sin respetar la de los demás, es necesario dar el verdadero testimonio que apunta al amor.
¿Cuándo vamos a dejar de escondernos? Toca RESUCITAR.
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"
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