Vivimos en un mundo en caos, en el que todos buscan, pero pocos encuentran. Parece que el éxito, el dinero, el poder y todos esos placeres... no solucionan ese vacío del corazón, más bien pueden llegar a empobrecerlo más.
El ritmo frenético diario que se vive en los trabajos, en las ciudades e incluso en las familias, ha acabado con la paz interior, llegando a ser inexistente para un gran número de mortales que desearían encontrarla.
Pero he aquí que uno siente una llamada para viajar a Medjugorje y encuentra un pequeño cielo en la tierra. Cierto es que también ese pequeño cielo está en Lourdes, Fátima o en otros tantos santuarios, pero será porque Medjugorje es un pueblo sin ningún atractivo turístico, es decir, sin nada de nada, que el que va allí respondiendo a esa llamada de la Virgen, es simplemente porque quiere sentir.
Y es lo que pasa allí. Allí se siente, se vive, se disfruta del amor, de la paz, de la alegría, del silencio, de la espiritualidad.., como nunca lo habíamos sentido antes.
Tanto los humildes lugareños, como los peregrinos que llegan buscando, irradian algo que no se encuentra en esos trabajos estresantes, en esas ciudades llenas de locura, en ese consumismo descontrolado.
Allí encuentran ese pequeño cielo en la tierra, ese lugar lleno de ángeles, donde el silencio que transmiten las miles de personas que asisten a los diferentes actos, llega hasta lo más profundo de los corazones más cerrados, duros y embotados, resucitándolos y llenándolos de vida.
Subir al Monte de las Apariciones (Podbrdo) y subir al Monte de la Cruz (Križevac), sorteando innumerables pedruscos que invitan a la retirada, no se hace esperando las grandes vistas desde la cima de la colina o la medalla por el objetivo conseguido; solamente se entiende cuando has vivido y has sentido esas piedras bajo tus pies, escuchando a su vez respuestas a tus preguntas, levantando la mirada con los ojos puestos en la imagen de la Virgen de la Paz o en la Cruz.
Y es que es allí donde puedes encontrar respuestas a tus éxitos, a tu fracasos, a tu forma de ser, a tu forma de amar, al verdadero sentido de la vida; sí, ese que muchos hemos creído encontrar donde no estaba.
Llama la atención ver como aquellos que lo buscaban en el reiki, la nueva era, los chacras, el yoga... encuentran verdaderas respuestas en un lugar desconocido y poco atractivo, que solo con lo que transmite viendo y escuchando, enseña a ser persona, volver a ser persona, despertando el corazón y descubriendo el camino hacia una vida cada vez más plena.
Algunos pueden pensar que esto es solo para creyentes, pero muchos te podrán contar que allí precisamente se hicieron creyentes encontrando lo que buscaban gratuitamente, ante tantas esas otras ofertas, volviendo a poner amor en su familia, en su trabajo y ante todos aquellos que se cruzaban en su camino, transmitiendo la alegría perdida y siendo luz para los demás.
Los muchos testimonios no son invenciones, están presentes y están a disposición de aquellos que quieran escuchar o simplemente abriendo los ojos ante el comportamiento de la gente que encuentras allí e interesándose por saber cómo han llegado a ese lugar los numerosos peregrinos de tantos países y por qué repiten sus visitas.
Tal vez el propio testimonio de los organizadores de nuestra peregrinación, Inma y Josip (medjugorjeenespanol.tv) y el fantástico grupo que nos tocó; así como los diferentes testimonios en el Salón de Juan Pablo II, en la visita al castillo de Patrick y Nancy, en la Comunidad "Cenáculo" o en la Aldea de la Madre, nos haya llegado muy hondo a nuestros corazones, pero.., ¿y los otros miles de personas?
Como decía al principio, algo tiene que significar cuando en un lugar donde no hay nada, miles de personas se reúnen cada día en los diferentes actos tanto parroquiales como privados, sin que nadie les obligue, así como que suban a esos montes empedrados, empinados, duros y dificultosos. Y que incluso algunos, decidan dedicar su vida a compartir sus vivencias con todo aquel que se sienta roto.
En el momento que termino de escribir este artículo, decenas de miles de jóvenes participan en el 34º Festival de Jóvenes. Algunos que todavía no hayan entendido nada de esto, se preguntarán qué hacen tantos jóvenes y qué les mueve a ir cuando allí no hay nada para divertirse...
La misma pregunta se pueden hacer cuando en pocos días, más de un millón de jóvenes se reúnan en Lisboa para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud 2023.
Pero ya sabéis dónde encontrar la repuesta: La Virgen quiere que cambiemos el mundo y cuenta sobre todo con los jóvenes.
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"
Me a gustado mucho
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado. No dudes en compartirlo para que pueda ayudar a otros. Muchas gracias por tu comentario. Un saludo
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