En estas fechas celebramos el SÍ más importante que se dio en esta vida.
Y yo celebro uno de los síes más importantes que dieron mis padres. Hoy, día 21 es mi cumpleaños y tengo que dar las gracias a todos los que se han cruzado en mi camino, pero sobre todo a mis padres que se dijeron: sí quiero, sí al amor, sí a la vida, sí a mi nacimiento y además me pusieron por nombre, Jesús.
¿Por qué hay tanto miedo ahora a decir, sí?
Tenemos multitud de ocasiones en la vida para decir sí y hacer un mundo mejor, pero preferimos seguir siendo unos cobardes, quejándonos por todo, seguir caminando como borregos y "disfrutar" de esa errónea zona de confort.
¡Atrevámonos a decir sí!
Sí, a hacer el bien sin importar a quien. Si cuesta lo mismo y es mas gratificante hacer el bien, ¿por qué nos vendemos tan fácilmente por unas cuantas monedas? Es gratificante hacerlo ante tus empleados, tus proveedores, tus clientes, tu familia y sobre todo uno se siente feliz de haber hecho felices a aquellos con los que nos hemos cruzado.
Sí, a sembrar. Aunque haya que remover la tierra, plantar la semilla y esperar hasta ver el fruto. Aquel que no siembra, nunca recoge.
Sí, a dar nuestra opinión. Aunque sea contraria a la de aquellos que tenemos frente a nosotros. Eso del peloteo, la adulación y el borreguismo, solo conduce a mantener decisiones erróneas que conducen al fracaso.
Sí, al buen ejemplo. El buen ejemplo siempre hace crecer en valores marcando una clara diferencia entre el bien hacer y el mal hacer.
Sí, a abrir nuestro corazón, e incluso dejar que broten nuestras lágrimas para mostrar sentimiento, pena, alegría, entusiasmo...
Sí, al poder de la humildad. Eso que en el mundo de la empresa se considera como un signo de debilidad, siendo una gran virtud del ser humano contraria a la soberbia.
Sí, a rechazar la injusticia y la mentira. Pero esto es para valientes que aun peligrando su mullido sillón, su fantástico sueldo o su "prestigio social", se mantienen sus principios, su integridad, sus valores.
Sí, a rechazar el abuso y el maltrato. Enfrentándose a quien ejerce su autoridad con amenazas, venganzas y humillaciones.
Sí, a felicitar y reconocer. Aplaudiendo el esfuerzo, la iniciativa, el bien hacer... sin tener miedo a que alguien que sabe, le haga sombra.
Sí, a perdonar y a pedir perdón. Reconociendo las equivocaciones o los malos comportamientos que tanto unos como otros podemos tener.
Sí, a escuchar. Todos necesitamos que se nos escuche. No porque uno hable más y mejor merece más atención que el que tiene más dificultades para expresarse.
Sí, a la generosidad. Recibimos tanto cada día que no podemos ser miserables ante las necesidades de los demás de una u otra índole.
Sí al amor, sí quiero, sí estoy dispuesto a... Si es verdad lo que sentimos, ¿por qué ese miedo al compromiso? Solamente cuando uno se compromete y cumple, siente la verdadera felicidad.
Sí a rechazar el cotilleo, las murmuraciones, las críticas. Si te importa quien tienes delante y hace algo mal, ayúdale a corregirlo. Y si no te importa, ¿por qué te metes o dejas que se metan en su vida?
Sí, a aceptar. Aceptar no significa renunciar a cambiar aquello que se puede. Rendirse será siempre lo que no nos permitirá avanzar.
Sí, a a travesar la oscuridad para descubrir la verdadera luz. Puede dar miedo, pero más miedo dar saber que ya todo será oscuro porque no quisimos buscar.
Sí, a significarse. ¿Pensamos dejar claros nuestros principios y nuestros valores o vamos a dejar que todos piensen que somos iguales y defendemos esa misma opinión que va en contra de nuestros ideales y que puede estar haciendo mucho daño?
Sí, a cerrar el paraguas y mojarse, tal y como explico en mi libro: Cierra el paraguas y mójate. Es hora de decidirse a decidir el decir SÍ para humanizar el mundo y poner amor en todo lo que hacemos.
El mundo necesita nuestro sí.
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"
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