Un millón de visitas


Un millón de gracias por ese millón de visitas a mi blog, El Podio de los Triunfadores

Cuando decidí escribir este blog no podía imaginar las visitas que llegaría a tener pasados los años. Solamente quería compartir experiencias que pudieran aportar un granito de arena, sobre todo a aquellos jóvenes que buscaban su camino y el sentido de sus vidas en aquel grupo de tutorización.

Por los comentarios, a lo largo del tiempo he podido comprobar que no solo eran jóvenes sino todo tipo de lectores de mayor o menor edad. Y no es que hayan sido muchos comentarios para ese millón de visitas, cosa que parece que cuesta compartir, pero sí me puedo sentir orgulloso porque la gran mayoría de los artículos publicados, tocó corazones, transmitió esperanza, y pudo ayudar de una manera u otra, siendo este mi verdadero objetivo.

También es verdad que me vino el desánimo en ocasiones, queriendo abandonar las publicaciones y dejar de contar mis reflexiones, llegando a considerarlas aburridas, repetitivas y que tal vez no tocaban la fibra de nadie. Pero teniendo a Dios en mi vida —como saben la mayoría de mis lectores—, parece que Él mismo no me permitía desfallecer, porque cuando estaba decidido a dejar de publicar, siempre surgía un comentario de alguien, el cual me mostraba su agradecimiento por la ayuda que le habían transmitido mis palabras. Y eso sí que tocaba mi corazón pensando que esa inspiración que me venía directamente del cielo —siendo yo un mero instrumento—, también le podría estar ayudando a otros tantos en su caminar.

Es verdad que nunca sabemos lo que unas letras, una conversación o una mirada pueden transmitir. Está claro que nos cruzamos con unos y con otros porque tenemos que cruzarnos, porque el momento necesita de nuestra presencia allí, y porque podemos ser nosotros los portadores de la respuesta que se espera o venir de la persona que tenemos en frente.

No dudemos que somos meros instrumentos —cada uno con esos dones recibidos gratuitamente—, y nuestras acciones están dirigidas para ponerlas al servicio de los demás de una forma o de otra.

Aunque tan solo el 0,1% de ese millón de visitas a mis diferentes artículos, haya llegado a quien le tenía que llegar en el momento que necesitaba un cierto mensaje, me llena de satisfacción y gratitud haber puesto ese granito de arena o esa pequeña semilla allá donde alguien la solicitaba. Tengo claro que esto no es obra mía, sino del Maestro que me lleva de la mano. Yo solo soy un humilde instrumento.

No soy nadie, tal vez esa pequeña gota en el océano que con sus ondas procura —en esa inmensidad— empujar y participar en la construcción del mundo, para que mis humildes acciones puedan significar algo importante, dejando huella allá por donde pase.

Decía Santa Teresa de Calcuta: «Que nadie se acerque jamás a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz». ¿Y por qué no seguir esta máxima?

Que nuestras palabras, que nuestras acciones, que nuestras miradas procuren siempre hacer sentir mejor y más feliz a quien vayan dirigidas.

«Dios no llama a los que son capaces, sino que capacita a los que llama»

Nuevamente, UN MILLÓN DE GRACIAS.


Muchas gracias por estar aquí y compartirlo. 
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"


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