Darnos a los demás


« María se encaminó presurosa a casa de su prima Isabel» Fue deprisa para servir. (Lucas 1,39-56).

Y nosotros, ¿tenemos prisa por servir? Más bien tenemos prisa porque nos sirvan y así lo exigimos allá donde vamos.

El tema del servir, de darnos a los demás, ha quedado para otros; ha quedado para esa gente rara que mira, está atenta, escucha y ve las necesidades que surgen en su camino y, «como no tiene nada que hacer», se para y tiende su mano.

¡Y qué bien se siente uno cuando tiende la mano aunque sea una vez en su vida, y recibe esa mirada de agradecimiento de esa persona, aun habiendo recibido simplemente una muestra de cariño!

Yo no soy nadie, ni me considero un ejemplo a seguir, porque hay personas que me dan grandes lecciones de generosidad cada día, pero permitidme que os cuente alguna mirada que he recibido sintiendo el bien que uno hace, simplemente con un mínimo detalle.

Yendo a resolver unos asuntos, vi a una señora pidiendo, de las muchas personas que podemos encontrarnos a diario. Pasé de largo, pero sentí que esa señora de verdad necesitaba un donativo. Aún así no paré pero me prometí que si a la vuelta seguía allí, se lo daría. Así lo hice y además de la mirada que recibí y su agradecimiento repetido, poco la faltó a la señora para darme un abrazo.

Otro día, sonó el timbre de mi casa y a través de la mirilla vi a un señor que mereció mi confianza para abrirle la puerta. Este señor vendía calcetines, calcetines de calidad. Yo no me había planteado comprar calcetines pero... nunca están de más. El precio estaba bien y le di el doble de lo que me pedía, por lo que él me devolvía el dinero diciendo que me había confundido. Cuando le dije que lo considerara como una pequeña ayuda, no os puedo detallar cómo fue su mirada de agradecimiento. Tal fue lo que sentí, lo que sentimos, ya que mi mujer estaba a mi lado, que pensé que deberíamos habernos interesado por sus problemas y haberle ayudado más.

Y por último, os cuento otras situación parecida en el metro. Una señora mayor vendía Chupachups. Cuando llegó a nuestro lado, simplemente le dimos un donativo con nuestra sonrisa, sin aceptar los Chupachups que podría vender a otras personas. Igualmente que en los casos anteriores su penetrante mirada de agradecimiento traspasó nuestro corazón.

Esos fueron unos pequeños detalles, que para ellos, sin duda, fueron grandes.

¿Os imagináis lo que podríamos sentir en nuestro interior dándonos de verdad? ¿Teniendo ese afán de servicio para ayudar a los demás? ¿Ayudando simplemente al compañero? ¿Interesándonos por lo que le pasa al vecino? ¿Escuchando a ese que parece invisible para todos? ¿Yendo a visitar a un familiar, a un enfermo o a ese que está solo?

Y hablo de lo que nosotros podríamos sentir pero, ¿os imagináis lo que siente la persona que tenemos enfrente cuando no la hemos ignorado?

Tenemos que hacer que nuestro corazón despierte, que vuelva a latir, que vuelva a importarnos la gente que tenemos a nuestro alrededor.


Muchas gracias por estar aquí y compartirlo. 
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"

 


Comentarios

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...