Frecuenta a los necios y acabarás mal


El problema viene cuando uno cree que el necio es el sabio y que el sabio es el necio. Tanta palabrería, tanta mentira y tanta tontería escuchamos a diario, que o uno tiene criterio para valorar quién lo dice, cómo lo dice y por qué lo dice, o directamente sigue a ese que te hace reír más, te cuenta cosas más bonitas y te promete el oro y el moro haciendo de sus «verdades» como únicas y ciertas.

Como decía Carlo Acutis: Parece que ahora gusta más ser fotocopia que original. Fuimos creados originales y nos convertimos en fotocopias del pensamiento mundano porque, ¿para qué vamos a pensar si ya otros piensan por nosotros y «saben cuál es el mejor camino a seguir»?

Muy malo es si nos arrastra la corriente. No nos podemos dejar llevar, hay que remar para no ir a la deriva. Remar con fuerza, aunque cueste y aunque los demás te miren, te cuestionen o incluso te ridiculicen. 

Ahora el que no sigue a los demás borregos, parece ser el más tonto. La pena es que muchos creen eso y cuando expresas tus principios, tus valores, tu justicia y tu moral, pasas a ser el rarito, el ignorante o el meapilas del que mejor será apartarse por temor a que se te pegue algo de ese polvo del que muchos se han sacudido, buscando el sentido de la vida en el sinsentido.  

Hay que alejarse de tanta noticia manipulada. Ahora podemos elegir el qué ver, el qué escuchar. ¿Sin embargo por qué se sigue dando al botón de todo aquello que nos dirige?

¡Qué miedo se tiene a volver a ser niño! Es «terrible» que a uno le consideren inocente, sencillo, confiado, humilde, alegre. ¡Dejad que los niños se acerquen a mí!

Decía el Papa Francisco sobre los niños: «Pequeños grandes maestros de la vida. Como los niños es el Reino de los cielos. ¿Qué pasaría si hiciera de mi vida una continua imitación de los niños? Todos ellos nacen sencillos, sin malicia. Ciertamente no son siempre sonrisas, pero incluso en su llanto conservan sencillez. Son recipientes de amor y dispensadores de confianza; y colocan simplemente su corazón en su madre, en su padre, en aquél que les ofrezca una atención…».

«La tragedia del adulto comienza cuando se acostumbra a vivir como un huérfano, lejos de su Padre Dios, y esto ya no le provoca tristeza alguna; cuando puede pasar un día sin orar y ya no lo echa de menos. La autosuficiencia, el querer «sentirnos adultos» o «sentirnos grandes», nos priva de la única ayuda que puede salvarnos: la de un Dios Padre y un Cristo Maestro: ya no queremos ser hijos ni discípulos».

Comentarista Archidiócesis: «¿Quién no ha contemplado alguna vez la escena de un niño completamente dormido en brazos de su madre mientras en la misma habitación varias personas hablan con enorme alboroto? Seguramente, en ese momento hemos recordado la consabida expresión «dormir como un bebé». Ese niño sabio entiende secretamente que en brazos de su madre no tiene nada que temer, y por eso duerme en paz. Por contraste, hoy día nuestras farmacias se hacen de oro vendiendo pastillas para dormir a los adultos. Si, viviendo en gracia de Dios, nos supiésemos tan confortados y protegidos por ese dulce abrazo del Espíritu, si creyésemos que, entonces, Dios vela nuestros sueños, volveríamos a dormir «como niños». Pero, claro, entonces no seríamos capaces de pasar una sola noche en pecado, ni un solo día sin oración. ¡Madre nuestra! ¡No dejes crecer a tus hijos!»

Nos dejamos guiar por los criterios del mundo y así nos va. Competitividad, medirse don los demás, ir apartando a los demás dándoles codazos...

Me cruzo y hablo con gente, muy instruida, muy inteligente, con mucha formación y ante la que me siento muy pequeño, hasta que cuando profundo en conversación y descubro su vida, descubro que por dentro están vacíos, tienen su interior lleno de oscuridad, no brillan con la luz de su corazón, no hay alegría alguna, amor por nada ni por nadie; descubren su orgullo, su ambición, vanidad, egoísmo, su envida, su ira, su tristeza; el verdadero GPS, el que lleva a la felicidad, no existe, está apagado, 

Muchas tesis, másteres, estudios, carreras; mucha más cultura general, ¿pero dónde están las enseñanzas del corazón, humildad, caridad, misericordia, compasión, generosidad, amor? ¿Dónde está la vida interior? ¡Qué pena tener ese gran vacío interior! Por fuera muy guapos, muy ilustrados y limpios, ¿y por dentro? ¿Dónde está el corazón? Ha desaparecido la educación y el respeto porque no existe el alimento espiritual y el corazón va desapareciendo.

Proverbios capítulo 13, versículo 20 «Trata con sabios y sabio te harás. Frecuenta a los necios y acabarás mal».

Muchas gracias por estar aquí y compartirlo. 
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"

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