¡Qué suerte creer en Dios!

 


Permitidme que hoy os comparta la reflexiones que el empresario Alfredo Sanfeliz nos regala en su libro: «Qué suerte creer en Dios. Reflexiones y vivencias de un rebelde convertido»

La verdad es que no he leído su libro, pero sí he escuchado su entrevista en «Matter Mundi» y define tan bien lo que uno siente al creer en Dios, que creo que a más de uno le tocará su corazón.

En este testimonio valiente, el empresario Alfredo Sanfeliz nos habla de su transformación interior: del vacío existencial al descubrimiento de un Dios que ama, consuela y da sentido. Él pasó del orgullo intelectual al amor de Dios: un camino inesperado. Un discutidor empedernido, que debatía todo lo que no tuviera una explicación racional. La fe y la religión era una pérdida de tiempo, lo que importa es ser bueno y ya está. Yo, la iglesia... los curas... en fin... Alguien le invitó a ir a la iglesia y simplemente estar... escuchar...Hasta que descubrió el susurro del Espíritu Santo.

Os comento algunos de los mensajes que nos hace llegar en la entrevista: 

►Durante la conversación habla de su «vergüenza social».

Una vergüenza que más de uno sentimos o hemos podido sentir al decir que creemos en Dios, que rezamos, que bendecimos la mesa, que hablamos de Dios y que esto nos hace feliz. Es difícil de entender para muchos pero es la verdad. Pero, como comenta, pronto llega la satisfacción de haber vencido esa lucha y esa presión.

►«¿Cómo me voy a ocultar, si es lo único que vale la pena?», asegura Sanfeliz. 

Así, es. ¿Por qué nos ocultamos? ¿Por qué no compartimos esa felicidad, esa paz, esa alegría? ¿Qué más da si quien tenemos enfrente piensa que estamos locos por creer en Dios? ¿Hacemos daño a alguien?

►«Es maravilloso sentir el amor de Dios y la alegría de ser uno mismo… a la luz de Cristo».

Y se siente ese amor. Uno comprende más ciertas cosas. Piensa mejor, escucha con el corazón, recibe la inspiración para decir lo que hay que decir cuando hay que decirlo, y además actúa cuando hay que actuar, haciendo lo correcto.

►«Me encanta compartir el regalo de vivir cerca de Dios».

Es verdad que a uno le encanta compartir ese regalo. Compartir las vivencias, transmitir el testimonio, expresar lo que uno siente, lo que uno ha visto, lo que uno ha oído en una peregrinación, en un retiro espiritual, en una conversación de un grupo... ¿A quién no le gusta compartir las alegrías? Como dice él, ¿por qué no compartirlo, si además en gratis?

Me siento muy transformado

Y es cierto que uno se transforma. Como decía antes, uno piensa, siente, habla, actúa y ama de diferente manera. Algo grande pasa en nuestro interior que abre nuestro corazón.

►«Cuando vives a Dios no hace falta creer, está contigo, lo sientes. Empiezas a entender que no se puede vivir sin Dios, porque te perderías tanto... El camino hacia el cielo, es el cielo (Sta. Catalina de Siena)».

Esto no se puede entender hasta que recibes esa gracia. Pero hace falta quererla. Pedírsela. El camino hacia el cielo es el cielo, porque ya aquí en la tierra empiezas a ver el cielo en la naturaleza, en una persona, en una sonrisa, en una mirada, en unas palabras, en el amor, en la humildad de alguno, en su entrega, en algunas cosas que te suceden que no puedes explicar...

►«Dios es amor». 

Esa es la certeza a la que llegas. Te vas dando cuenta de ello según vas avanzando en ese camino al poner a Dios en el centro de tu vida.

►«He sufrido mucha vergüenza frente a los amigos ateos y con la familia, por ir a misa, comulgar, hablar de Dios.. Pero también la satisfacción de haber vencido esa lucha, esa presión».

¿Por qué tanta vergüenza cuando llevamos con nosotros la verdadera alegría? ¿Por qué esconderle para que nadie vea que es nuestro gran amigo? ¿Por qué no contagiar nuestra felicidad? 

►«La puerta de entrada a Dios es la humildad. Abajarse, abandonarse y ver lo pequeños que somos. Y eso es una fuente de paz».

Ese es el camino. Dejar la soberbia, el egoísmo, la vanidad... somos solo un pequeño instrumento en sus manos.

►«Hoy el Dios lo hemos convertido en el dinero, el poder, el éxito y el mí, me, conmigo. Llegando a una carencia espiritual total. El amor a Dios debe ser nuestra brújula diaria».

Porque si no tienes una brújula, ¿dónde piensas llegar? ¿Y qué mejor que esa brújula que te enseña el verdadero camino?

►«Hoy, los clientes están por delante de mí. Yo me preocupo por ellos, olvidándome de mí. Y así me va extraordinariamente bien».

Como dice Alfredo Sanfeliz: esos conocimientos, esos méritos, esas capacidades... alguien te los habrá dado para cumplir con tu misión de la mejor manera, y esa nueva forma de actuar es la que provoca grandes satisfacciones.

►«La frecuencia de los sacramentos y la oración, son imprescindibles en este camino».

¡Claro que son imprescindibles! Como la comida para vivir, el ejercicio para mantenerse en forma, el estudio para sacar una carrera... El alma también hay que alimentarla.

►«Para mí ir a misa es un regalo».

Para mí también. Pero esto solo se puede entender desde la humildad de sentirse uno pequeño y ver la grandeza de Dios en el Sagrario.

►«Perdí el miedo a morir porque entendí que Dios acompañaría siempre a mi familia. Ahora solo quiero dar amor».

Y es que cuando uno ve de cerca la muerte es cuando grita: ¡Qué suerte creer en Dios! Algunos no podrán entenderlo, pero cuántas gracias debemos darle los que lo sentimos así.

Muchas gracias por estar aquí y compartirlo. 
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"

Comentarios

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...