Hola, mi querido lector. No sé quién eres, qué edad tienes y dónde vives. Solo sé que estás aquí leyendo mis reflexiones y por ello para mí es un motivo de alegría, orgullo y satisfacción, y por supuesto también un motivo de agradecimiento. Seguro que si tú llevas algún tiempo leyendo mis artículos, te habrás hecho una idea sobre mí, aunque te resumo que no soy psicólogo, no tengo ningún máster en orientación familiar, no soy licenciado en recursos humanos, ni soy teólogo; es decir que lo que cuento y hablo en este blog no es teoría documentada, sino más bien mi simple experiencia basada en mis años como novio, marido, padre y abuelo, además de trabajador, compañero, jefe, empresario, escritor y pasajero del tren de la vida que tanto nos enseña en el camino diario.
Ha pasado ya tiempo desde que empecé a escribir este blog y sois muchos los que os habéis detenido un rato en mis palabras, que de una manera u otra os han invitado a leerlas e incluso a profundizarlas. La verdad es que cuando repaso alguno de los artículos pasados, me sorprendo que a pesar de mis errores y mi falta de inspiración en esos días que uno se ha puesto a escribir sin un rumbo bien definido, gente como tú ha encontrado esa pequeña luz que ha dado respuesta a algo que estaba esperando. Eso precisamente, que a mí me estaba haciendo pensar en abandonar y dejar de escribir artículo tras artículo, es lo que me obliga cada día a seguir. Son gente como tú que desde su país, desde su casa o incluso desde ese medio de transporte donde está leyendo alguno de mis artículos, parece decirme que continúe escribiendo. Son gente como tú, que además se muestra agradecida porque esa simple frase, que para mí estaba escondida entre las muchas palabras de un artículo, para él o ella ha significado entender y encontrar sentido a eso que daba vueltas en su cabeza.
La verdad es que tú como otros muchos, sois los que dais sentido a seguir plasmando aquí mis reflexiones, reflexiones que desde el principio siempre han buscado aportar ese pequeño granito de arena con mis experiencias, para poder corregir, mejorar o crecer en la vida, procurando además contagiar mi optimismo, mi alegría y mi esperanza.
Fue para mí una gran satisfacción, cuando hace unos días recibí un correo de un chico que decía encontrarse muy perdido y que ya que con uno de mis artículos había encontrado aliento, le diera algunos consejos para enfocar su futuro. Yo no soy nadie, lo único que puedo aportar es mi experiencia de vida tanto en el ámbito familiar como en el laboral y personal, y así ha sido desde que empecé. Este blog en principio se creó para ayudar a los jóvenes en la búsqueda de empleo y para orientarles a llegar al verdadero podio de los triunfadores. Pero poco a poco mis lectores y visitantes han dejado de ser solo jóvenes y se han incorporado personas de toda edad y condición que no solo buscan orientación en el plano laboral, sino en el familiar, personal y espiritual, e incluso en el amor.
Sé que tú mismo o que algún otro pueda buscar mucho más en mis artículos y que incluso no le aporten nada mis reflexiones, te pido disculpas si es así. Lo que sí te puedo decir a ti y a cada uno de los que me lee, es que mis palabras se escriben con todo mi cariño intentando transmitir lo que queda patente en el encabezado del blog definiendo su contenido: «El podio de los triunfadores, es el lugar donde te sentirás satisfecho contigo mismo, donde verás que tú has construido parte del mundo y donde te darás cuenta que tu vida ha significado algo importante, habiendo dejando huella allá por donde has pasado».
Esto es lo que yo aplico o procuro aplicar en mi caminar; esto es lo que he ido descubriendo como lo más importante en mi vida y lo que ha logrado en mí una mayor felicidad. Por este motivo, me siento en la obligación de compartir esta experiencia intentando transmitir esa alegría que yo he recibido gratis, acercándome a los valores humanos fundamentales y que van dando sentido a la vida.
Me emociona cuando días después de escribir un artículo veo el número de personas que lo habéis leído. Lo comparo con los asistentes a una charla o conferencia y me siento agradecido con la asistencia a la misma. Tú y otros tantos como tú, solamente con vuestra presencia me transmitís y me aportáis un cariño que se ve en vuestra atención, en vuestros ojos brillantes, en vuestra mirada serena y receptiva que se cruza con la mía. Es sorprendente cuando artículos o «charlas» que para mí han quedado vacías en su contenido, suman y suman visitas. Y es que no nos damos cuenta, ni tú, ni yo, ni nadie, de la importancia que tiene tan solo cruzarse con alguien y transmitir o recibir esa palabra, esa frase que te ha abierto los ojos y que te ha reconfortado haciéndote recuperar la alegría, las fuerza, la esperanza o la fe. Es cuando descubrimos que todo aquel que se cruza en nuestro camino, igual que nosotros cuando nos cruzamos en el camino de alguien, es por algún motivo, un motivo que puede dar luz a esa oscuridad o el rumbo correcto hacia ese extraño camino que se presentaba ante nuestros ojos.
Me dice mi mujer que desde que me conoce —hace ya cuarenta y cinco años—, siempre he sido un consejero (un coach que llaman ahora), porque siempre me ha gustado acercarme a las personas, hablar con ellas, escucharlas e intentar sacar una sonrisa de cada una y un rayo de esperanza. No sé si he ayudado a muchos, lo que sí sé es que yo he aprendido mucho acercándome a unos y a otros con lo que ellos me han transmitido a mí. Por supuesto que sigo cometiendo a diario muchos errores, pero sigue en mí el afán de mejorar y veo cada día la importancia que tiene lo que esconde cada persona en su interior.
Disculpa, la carta empieza a ser larga y lo mismo me estoy enrollando demasiado, pero es que siento que te tengo delante, que estoy tomando un café o una cerveza contigo y que estamos teniendo un rato de charla entre amigos. Si ya me conoces un poco por las cosas que escribo referente a la familia, el mundo de la empresa o la vida misma, sabrás que me encanta hablar con la gente y contar mis experiencias. Pero no quiero entretenerte, esta carta para ti simplemente era para darte las gracias por estar aquí, por leerme y por tus comentarios, pero sobre todo para decirte que cuentes conmigo. Puedes enviarme alguna sugerencia u opinión, incluso puede que tengas alguna historia que contar para compartir con todos los lectores Por otro lado, no sé si mis respuestas, experiencias y pensamientos podrán ayudarte u orientarte, lo que sí se es que mi cariño siempre estará en cada una de mis palabras intentando aportar lo mejor de mí.
Muchas gracias de nuevo amigo lector. Te deseo de corazón un feliz año y que cualquiera que se cruce en tu camino se llene y te llene de alegría, así como también figura en el encabezado de este blog: «Que nadie se acerque jamás a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz» (Santa Teresa de Calcuta).
Muchas gracias por estar aquí y compartirlo.
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"
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